Búsqueda

viernes, abril 29, 2005

Anillos planetarios

Ayer hablé de la imposibilidad del eclipse ocurrido en Pitch Black, pero hay otro detalle de la película que también merece ser comentado aquí, y es el sistema de anillos del planeta que produce el eclipse. Si nos fijamos bien, el planeta diene dos juegos de anillos, en planos paralelos entre sí. Eso, aunque muy bonito y exótico, es físicamente imposible.

¿Y por qué? Bueno, los anillos planetarios, como los de Saturno, no son más que fragmentos de hielo, roca y polvo, en órbita alrededor del planeta. Vistos desde lejos, parecen algo sólido, como ocurre por ejemplo con la arena de las playas. Y la palabra mágica es órbita. En envíos anteriores, ya comenté un poco el tema, pero centrándome más en el efecto de caida libre. Ahora comentaré otro detalle fundamental de cualquier órbita: una órbita estable siempre tiene forma elíptica (o circular) y el plano de la órbita corta el centro de gravedad del cuerpo orbitado.

¿Ein? ¿Qué es eso del centro de gravedad?. El centro de gravedad, tal y como nos lo contaron en el colegio, es el punto hacia donde se dirige la fuerza gravitatoria total del objeto en cuestión. Es decir, si yo estoy quieto, a determinada distancia de un planeta y dejo "caer" algo ¿hacia dónde cae? Pues lo hace en dirección hacia el centro de gravedad. En un planeta, el centro de gravedad suele coincidir con el centro geométrico del mismo (la pequeña diferencia que pueda haber se debe a que un planeta no es una esfera perfecta, ni es totalmente homogéneo en su interior). Por eso las cosas caen hacia "abajo". En realidad lo hacen hacia el centro del planeta.

Volvamos ahora a los anillos. Los fragmentos de hielo y roca que lo forman, están en órbita alrededor del planeta. Eso quiere decir que la órbita de cada fragmento está contenida en un plano que atraviesa el centro del planeta. Es por eso que los anillos suelen ser muy finos, ya que casi todos los fragmentos están en el mismo plano (si no chocarían entre sí en los "cruces" entre planos). Es fácil darse cuenta entonces, que si dos órbitas no están en el mismo plano, sus planos deben cortarse en un línea que atraviese el centro del planeta. O dicho de otra manera. Es totalmente imposible tener dos órbitas en planos paralelos.

Y eso es precisamente lo que ocurre en la película. En las imágenes del planeta anillado, vemos dos juegos de anillos. Pero en vez de ser concéntricos, son paralelos entre sí. Eso quiere decir que uno de ellos no se encuentra en un plano que atraviese el centro de gravedad, y eso es físicamente imposible. Espectacular y precioso, pero imposible.

jueves, abril 28, 2005

El eclipse de Pitch Black

El año pasado se estrenó en los cines con mucho bombo y platillo, la película Las Crónicas de Riddick, que continua con las aventuras del personaje del mismo nombre, aparecido por primera vez en Pitch Black, estrenada en 2000. Pitch Black parte de una premisa sencilla: una nave espacial se estrella en un planeta, en el que siempre es de día debido a sus tres soles. Los supervivientes son un grupo heterogéneo y variopinto, que se ven amenazados por unos terribles depredadores que sólo actuan en la oscuridad. Eso no sería un problema en un mundo sin noche, si no fuera porque se avecina un largo eclipse.

Y es del eclipse de lo que vamos a hablar. La secuencia es realmente espectacular, con esos anillos y el enorme planeta surgiendo detrás del horizonte. Tras quedar maravillado por el espectáculo, uno empieza a preguntarse, cómo de cerca debe estar ese planeta para que se vea de esa manera.


Todos tenemos en mente las fotos de la Tierra hechas desde la Luna por las misiones Apolo. La Tierra se ve bastante pequeña (de hecho, su diámetro es sólo cuatro veces mayor que el de la Luna), y aún así, la Luna está lo suficientemente cerca como para permanecer "atrapada" por la gravedad de la Tierra y ser un satélite de ésta. Bueno, la Tierra es un planeta bastante pequeño. El planeta de la película seguro que es mucho más grande. Vamos a pensar entonces en un planeta como Júpiter. ¿A qué distancia de la Tierra debería estar Júpiter para que se vea tan grande como la Luna?

Para responder a esta respuesta, hay que saber cómo se relaciona la distancia, el diámetro real y el diámetro aparente (hablamos de diámetros, puesto que los planetas son muy redonditos). El diámetro aparente se suele medir en grados, y por ello se le llama también diámetro angular. Es muy fácil entenderlo. Se trata del ángulo que forman los extremos más alejados del objeto (siempre desde nuestra perspectiva) y nuestra posición. La luna, tiene un diámetro aparente medio de aproximadamente 30 minutos de arco (esto es, medio grado). Eso quiere decir que si miramos a un extremo del disco, y luego al otro, nuestros ojos habrán "girado" medio grado. No es necesario explicar que cuanto más cerca está un objeto, mayor es su tamaño aparente. Lo vemos a diario en nuestra vida cotidiana. Lo que sí es necesario comentar, es que mediante un sencillo razonamiento trigonométrico, podemos relacionar el diametro real, el diámetro aparente, y la distancia del objeto: δ = 2 arc tg((1/2)d/D), donde δ es el diámetro angular, d el diámetro real, D la distancia y arc tg es la función trigonométrica arco tangente, que todos hemos estudiado en el colegio.

Entonces comencemos. Júpiter tiene un diámetro de 142.984 Km. Ya hemos dicho que la Luna tiene un diámetro aparente medio de 0,5º, por lo que aplicando la ecuación anterior, para que Júpiter se vea con el mismo diámetro aparente, debería estar a 16.384.343 Km. Unos 16 millones de Km, vamos. Parece mucha distancia, pero no lo es tanto. Júpiter tiene lunas como Euporia o Yocasta que se encuentran a más de esa distancia. Eso quiere decir que para ver a Júpiter con el mismo tamaño aparente que la Luna desde la Tierra, estaríamos muy cerca. Teniendo en cuenta que en la película, el tamaño aparente del planeta anillado es muchísimo más grande, hemos de concluir que el planeta de nuestros protagonistas estaría demasiado cerca como para no ser "capturado" por su campo gravitatorio y convertirse en un satélite del mismo.

Hay otra afirmación en la película que refuerza esta idea. Ya en pleno eclipse, uno de los personajes propone esperar a que termine, y otro responde que el eclipse durará mucho tiempo, ya que en una maqueta del sistema planetario que encontraron, fabricada por otros náufragos hace años, se ve que los dos planetas se mueven casi a la par. Pues bien, la velocidad de traslación de un planeta es proporcional a la distancia al centro de masas del sistema. Concretamente, para un sistema planetario con una sola estrella, como el nuestro, la Tercera Ley de Kepler dice que "el cuadrado de los periodos de los planetas son proporcionales al cubo de la distancia media al sol". Esto quiere decir que para que dos planetas se muevan casi a la par, deben estar casi a la misma distancia del sol. En nuestro caso, en el momento del eclipse deberían estar muy cerca uno del otro.

Por tanto, a pesar de los pocos datos cuantitativos que se pueden obtener de la película, podemos decir que es imposible que los dos planetas pudieran tener esas órbitas tan cercanas. Uno de ellos (el más pequeño) debería haberse convertido en un satélite del otro.

El tema de la larga duración del eclipse introduce otra incongruencia. Se supone que en el planeta siempre es de día, porque en todo momento hay al menos un sol sobre el horizonte. Durante el tiempo previo al eclipse, vemos cómo los soles se alternan, con un interesante efecto de iluminación para cada sol. No se nos indica en ningún momento que estén meses allí, sino que más bien parece que transcurren sólo unos pocos días hasta que el eclipse comienza, y en ese tiempo vemos varias salidas y puestas de sol. Pues bien, asumiendo que el planeta anillado oculta dos de los soles durante mucho tiempo, aún queda otro sol al otro lado del planeta, y tarde o temprano tendrá que asomar por el horizonte a medida que el planeta rote. Y ese tiempo debería ser como mucho unas horas. En la película en cambio parece que la oscuridad fuera a durar meses.

La única forma de que se produzca un eclipse como el que vemos en la película, es que el planeta donde aterrizan los protagonistas, en realidad sea un satélite del planeta anillado, y además, que de la mala suerte de que los tres soles quedan ocultados por el mismo. Y eso no es lo que ocurre en la película.

miércoles, abril 27, 2005

Cociente intelectual (que no coeficiente)

Acabo de leer una noticia que dice que según un estudio, la obsesión por los SMS y el e-mail puede reducir el coeficiente intelectual. Ésta noticia sería carne de cañón del blog Malaprensa, ya que no menciona detalles del estudio, pero dado que aquí nos preocupamos únicamente por errores relacionados con la ciencia o tecnología, hablaré del que me ha llamado la atención: coeficiente intelectual.

¿Y qué pasa con el coeficiente intelectual? Pues nada especial, simplemente que no es coeficiente intelectual, sino cociente intelectual. ¿Y cuál es la diferencia? Pues la verdad es que mucha.

Como cualquiera que no se durmiese en las clases de mates del cole sabe, un coeficiente es un factor, un término multiplicativo. Algo que multiplica a otra cosa, vamos. Por ejemplo, si recordamos la forma más genérica de una función lineal: y = ax + b tenemos que a es el coeficiente de x. Y si bien es cierto que en algunos contextos científicos, el término coeficiente se refiere a algún tipo de propiedad de algún tipo de objeto o concepto, no es menos cierto que normalmente se encuentran presentes en ecuaciones, multiplicando a algo. Así, por ejemplo, el coeficiente de dilatación es una propiedad de los materiales que relaciona el incremento de longitud (pensemos por ejemplo en una barra o un cable) con el incremento de temperatura, de forma que la con fórmula ΔL = α Δt, podemos calcular el incremento de longitud (ΔL) multiplicando el coeficiente de dilatación (α) por el incremento de temperatura (Δt).

Y como cualquiera que simplemente sepa dividir, un cociente es el resultado de una división. Recordando lo que nos enseñaron en el cole (creo que en 3º de EGB), si queremos dividir 7 manzanas entre 2 personas, nos sale a 3 manzanas cada uno y nos sobra 1 manzana. (7 = 2 * 3 + 1). El 7 es el dividendo (lo que queremos dividir), el 2 el divisor (entre lo que queremos dividir), el 3 el cociente (el resultado) y el 1 el resto (lo que nos sobra). Fácil ¿verdad?

¿Y qué tiene que ver todo esto con los del cociente intelectual? Pues mucho. El primer test para intentar medir de alguna forma la inteligencia de una persona, lo publicó Alfred Binet, en colaboración con Theodore de Simon, en 1905 y se conocía como la escala Binet-Simon. Posteriormente, en 1916, Lewis M. Terman, de la Universidad de Stanford, publicó una mejora del test, al que se le llamó Escala de Inteligencia de Stanford-Binet, y que fue la base para los modernos test de inteligencia.

¿Y? Pues que el test, básicamente calculaba la "edad intelectual" y la dividía entre la edad real. De ahí el nombre de cociente intelectual. Normalmente, se emplea en forma de porcentaje, de forma que si tu edad intelectual es igual a tu edad real, tu CI es de 100, no de 1. Actualmente, los test se realizan de otra manera, pero el término cociente intelectual, se mantiene.

Uno puede ahora decir que lo mismo ocurre con el coeficiente de dilatación, que mencionaba antes. Después de todo, el coeficiente de dilatación de un material se calcula de forma empírica, como un cociente entre el incremento de longitud y el incremento de temperatura. Pero la diferencia es que el coeficiente de dilatación se emplea como coeficiente (valga la redundancia) en la fórmula ΔL = α Δt para calcular el incremento de longitud (multiplica al incremento de temperatura). El cociente intelectual, sin embargo, no multiplica a nada en ninguna fórmula, ya que no se usa para calcular nada. Es sólo un indicativo de la inteligencia de una persona (aunque todavía no está todo el mundo de acuerdo )

Por desgracia, el hablar de coeficiente intelectual en vez de cociente, es un error muy habitual en todo tipo de medios. Tanto, que la RAE no ha tenido más remedio que incluirlo en su diccionario.

martes, abril 26, 2005

Peligro inminente

El domingo pasado pusieron Peligro Inminente, la tercera pelícla basada en el personaje de Tom Clancy, Jack Ryan, aunque la segunda con Harrison Ford haciendo de Ryan. Me vino a la cabeza una escena que en su día me pareció "extraña", y que ahora, años después, puedo decir que no es real. Hay un momento en el que Ryan consulta a un colega informático para "entrar" en el ordenador de Ritter (creo que era Ritter). Le da una serie de instrucciones, una de las cuales es esperar a que Ritter encienda el ordenador y teclear algo (supongo que para "espiar" y obtener su contraseña). Pero luego le llama diciendo que ha olvidado comentarle que el paso final debe hacerlo cuando Ritter ya se haya ido, porque si no se dará cuenta. Efectivamente, el director nos muestra un plano de la pantalla de Ritter donde aparece un mensaje de texto que indica que hay un terminal conectado.

Bueno, vamos a pensar un poco. Si Ryan debía esperar a que Ritter se fuera, es que podía "entrar" con el ordenador de Ritter apagado. El sentido común nos dice entonces que no intentaba entrar en el ordenador de Ritter, como nos dicen en la película, sino a algún tipo de servidor central, utilizando las credenciales de Ritter y poder acceder a su información. Este es el clásico caso en el que los ordenadores personales no se usan más que como terminales para acceder a un ordenador central, donde realmente está la información, y donde realmente se ejecutan los programas. Pero en este caso, no tiene mucho sentido la alerta que aparece en el terminal de Ritter indicando que hay alguien más conectado. En un sistema centralizado, un usuario puede entrar desde cualquier terminal, y al servidor le da igual desde dónde se conecta uno, sólo qué credenciales (normalmente nombre y contraseña) se utilizan.

Uno puede suponer que después de todo, se trata de un sistema que utilizan altos funcionarios, así que debería incluir mecanismos de seguridad como ese. De hecho, un sistema centralizado puede configurarse para que determinados usuarios sólo puedan acceder desde determinados terminales, y cualquier usuario puede saber cuántos clientes tiene abiertos sin más que teclear un comando. Pero por el tratamiento que se le da (la alerta en el pie de la pantalla), más bien parece un caso de "malainformática".

Si lo anterior, aunque discutible, es al menos posible, lo que sigue es totalmente irreal: Ritter comienza a borrar archivos y en el terminal de Ryan, éstos desaparecen inmediatamente en mitad de su lectura. Vamos a ver, cuando uno intenta borrar un fichero y alguien lo tiene abierto, no desaparece de la vista del que lo tiene abierto. En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: o bien el sistema deniega el intento de borrado y advierte al usuario de que el fichero está siendo utilizado, como ocurre en Windows, o bien el fichero se borra pero la aplicación que lo tiene abierto mantiene su copia de memoria, como ocurre en UNIX, y el usuario puede seguir accediendo a él (al menos, hasta que llegue a algún punto en el que la aplicación necesite "recargar" los datos desde el disco y descubra que ya no están). Pero lo que no ocurrirá nunca, jamás de los jamases, es que si un usuario tiene el fichero abierto y lo está leyendo, desaparezca todo el texto inmediatamente.

El final de la escena, más que un error es una ingenuidad. A medida que los ficheros desaparecen, Ryan consigue en última instancia imprimir el más importante (con la inevitable secuencia de tensión porque la impresora no está lista). Papel en mano, Ryan se encara con Ritter y esgrime el recién impreso documento como si fuera una prueba definitiva. Como he dicho, esto es una ingenuidad, ya que un documento impreso enteramente por una impresora, sin ningún tipo de sello o firma (y me refiero a sellos de estampar, no logotipos que puedan venir en el documento) no tiene validez alguna. Cualquiera puede hacer lo que quiera con un editor de texto y una impresora, y por eso carece de validez legal.

lunes, abril 25, 2005

Conspiración en la Red

Ayer pusieron en la tele una película que pasó por las salas de cine sin pena ni gloria, pero que trataba un tema de bastante actualidad. Se trata de Conspiración en la Red, una desafortunada traducción de "Antitrust" que significa "anti-monopolio". El protagonista es un chico recién titulado y entusiasta del open source o código abierto, que entra en la plantilla de una mega corporación llamada N.U.R.V. dirigida por Gary Winston, interpretado por Tim Robbins. Tanto la compañía como el propio Gary Winston son una clara alusión a Microsoft y Bill Gates (de hecho la caracterización de Tim Robbins es estupenda, en su parecido con Gates), y la trama muestra temas de bastante actualidad como los jucios contra Microsoft por imponer un monopolio, el fenómeno del software libre y el código abierto, y el robo de la propiedad intelectual.

Desgraciadamente, un planteamiento interesante como este se ve ensombrecido por los numerosos errores y disparates en el guion que inevitablemente acompañan a una película cuyo eje principal es la informática. Hay que decir que algo se han documentado: en los títulos de crédito del principio vemos código HTML, en algunas vistas de las pantallas vemos lo que parece una consola UNIX, se habla de direcciones IP, etc. Pero cualquier informático verá que es el clásico caso de "oir campanas y no saber dónde". Por ejemplo, el uso de código HTML en los créditos es un poco inadecuado, ya que el HTML es el lenguaje con el que se construyen las páginas web (como esta) y nada tiene que ver con la trama principal, que es la implementación de un sistema de compresión de datos para el sistema Synapse.

La película tiene varios errores, pero el mayor de todos y para el que no hace falta ser un informático para darse cuenta, es el propio sistema Synapse. En la peli, Synapse es un supuesto sistema de satélites con la innovadora idea de convertir cualquier ordenador y cualquier televisión, en un terminal para transmitir y recibir texto, imágenes, vídeo... en fin, en un sistema de comunicaciones multimedia.

Y lo primero que viene a la mente de cualquiera es ¿qué pueden hacer unos satélites y un software innovador para convertir un PC en un terminal multimedia? La respuesta es: nada. Porque a menos que mi PC esté conectado a Internet con una línea de banda ancha (como pueda ser el ADSL), poco se podrá hacer para transmitir y recibir vídeo en tiempo real a través de un modem tradicional de 56 kbs. Los que lo sufran lo sabrán muy bien. Y no digamos ya si ni siquiera tiene uno conexión a Internet. ¿Cómo se realiza la transmisión? ¿Mediante magia?

Si basta con tener un PC para darse cuenta de lo irreal de que Synapse pueda solucionar el problema de la comunicación multimedia en un ordenador (que por cierto, no todos son PCs), basta con un poco de sentido común para entender la imposibilidad absoluta de que eso ocurra con una televisión convencional. Vamos a ver, una televisión, por muy sofisticada que sea, está fabricada para recibir señales de audio y vídeo, y mostrarlas. Y ya está. Bien reciba la señal modulada en una portadora a través de la entrada de radiofrecuencia (la toma de antena de toda la vida), bien codificada en forma de vídeo compuesto (el conector amarillo), o por el euroconector, o por donde sea, lo único que hace la tele es mostrar la señal en forma de imágenes en movimiento y sonido. Y si no viene en el formato adecuado a través de las entradas adecuadas, no podremos ver nada. Por eso se necesita una parabólica para recibir emisiones vía satélite. Por eso se necesita un decodificador para ver emisiones digitales. Y por eso es imposible que Synapse pueda hacer nada para que el telespectador vea su programa favorito sustituido por la primera emisión de Synapse, como ocurre al final de la peli. Bueno, sí hay una cosa que se pueda hacer: emitir la señal en todos los canales, y con una potencia superior a la de las otras emisiones, pero eso además de ilegal, no tiene nada que ver con la informática.

Y luego está el hecho de que es absolutamente imposible utilizar una televisión para emitir nada. La televisión es un receptor, no un emisor. Es como pretender que un coche vuele. Aunque uses combustible de avión, no se levantará un palmo de suelo (y te cargarás el motor).

Viendo películas como esta uno se pregunta, ¿es que cuesta tanto documentarse sobre estos temas? Y eso que sólo he hablado de lo más grave y disparatado.

viernes, abril 22, 2005

Grabar encima de algo

El lunes pasado, pusieron en Tele 5 un episodio repetido de C.S.I. Miami, en el que Horatio y sus compañeros investigaban sendos crímenes ocurridos en el transcurso de una fiesta de estudiantes en viaje de fin de curso. Uno de ellos consistía en una chica que había aparecido en la playa con el cuello roto. Ya avanzado el episodio descubren que en una tarjeta de memoria de una videocámara digital, se había grabado encima de otra grabación. En un pis pas, el ordenador recupera la grabación anterior y se ve a la víctima poco antes del crimen. Deducen que la grabación es del asesino, y tienen la suerte de que en mitad de la grabación, limpia el objetivo con el dedo, y le pueden ver su huella dactilar.

Uno podría plantearse si es viable o no el recuperar una grabación anterior cuando se ha grabado otra cosa encima. Tal vez a alguno le haya ocurrido que tras usar una cinta VHS varias veces, en algunos momentos se oyen fragmentos del audio anterior, muy bajito. A mí sólo me paso una vez, y fue con un vídeo Hitachi de principios de los 80. Pero eso sólo puede ocurrir cuando el soporte es analógico. Es imposible en un medio digital como el del episodio.

¿Qué es todo esto de analógico y digital que tanto sale en los catálogos y publicidad de radios, cámaras y demás aparatos? Cuando hablamos de aparatos como pueda ser un vídeo, una videocámara, una grabadora de sonido, los términos analógico y digital se refiere a la forma en la que se guarda la información (la imágen y el sonido).

Cuando grabamos sonido, en un soporte analógico, como una casette de toda la vida, estamos guardando una señal contínua, proporcional al sonido. En el caso de una casette, la información se guarda como alteraciones del substrato magnético de la cinta, pero en un disco de vinilo la información se guarda "arañando" la superficie (de ahí que el empleo del término "grabar"), por lo que si nos fijamos bien con una lupa o un microscopio, podremos ver como el surco del disco va haciendo curvas. Grabar vídeo es algo más elaborado, pero el principio es el mismo. En un medio analógico se guarda una especie de réplica de la señal que estamos grabando.

En una grabadora de casette o en un vídeo VHS, al grabar algo, la cinta magnética pasa por una serie de piezas denominadas cabezales. Unas borran la información previa y otras graban. Si los cabezales que borran no funcionan bien, quedará un residuo de la grabación anterior que podrá ser más o menos apreciable. Imaginemos una tela arrugada, donde las arrugas es la información. Al plancharla, borramos la información, pero si no planchamos bien, quedarán algunas pequeñas ondulaciones.

Pero una grabación digital sigue un proceso completamente diferente. Cuando grabamos sonido en un medio digital (como pueda ser un CD o una cinta digital), lo que guardamos realmente son números que representan la señal. La señal sufre primero un proceso que se denomina muestreo (aunque en algunos círculos se emplea el término inglés sampling), en el que se toma el valor de la señal de un determinado instante de tiempo, y de forma periódica (la famosa frecuencia de muestreo o sampling rate). Dichos números se guardan en forma de ceros y unos, lo que se conoce normalmente como código o sistema binario. La forma de guardar los unos y ceros varía de un medio a otro. En un CD, se hace en forma de pequeños hoyos y protuberancias de tamaño microsópico.

Y en la forma de almacenar y recuperar la señal analógica está el quid de la cuestión. Cuando un reproductor, lector o lo que sea recupera la señal, obtiene ceros y unos, sin medias tintas. Imaginemos otra vez la tela arrugada, pero esta vez todas las arrugas tienen la misma "altura". Un supuesto "lector de arrugas" consideraría que una arruga superior a una determinada altura es un uno, y que una zona lisa o una arruga que no llega a esa altura es un cero (en muchos aparatos reales, como en un lector de CD, lo que se considera en realidad son los flancos de subida o bajada, pero para el ejemplo de las arrugas esta idea nos vale). Si planchamos y no lo hacemos bien, lo más probable es que todas las ondulaciones no alcancen la altura necesaria para ser considerada un uno. Aunque el borrado no haya sido muy bueno, un lector sólo leerá ceros.

Por otra parte, esto del borrado sólo tiene sentido en cintas digitales o en CDs y DVDs regrabables. En el caso de una memoria (como en el episodio), el mero hecho de sobreescribir un dato en algún sitio, destruye el que había antes y es irrecuperable. Es físicamente imposible recuperar la grabación anterior como hacen en el episodio.

miércoles, abril 20, 2005

El PEM y sus consecuencias

Lo prometido es deuda, así que vamos a hablar un poco del Pulso ElectroMagnético, o PEM para abreviar. En la peli que comentaba en mis dos anteriores envíos, Atomic Train, se nos dice que el PEM de la detonación nuclear ha estropeado todo artefacto con "chips informáticos" (sic), pero el resto de aparatos eléctricos funciona perfectamente.

Por otro lado, en la mayoría de películas, suele decirse que el PEM inutiliza cualquier tipo de aparato electrónico, pero sólo si está encendido. Por ejemplo, en la película Broken Arrow, hay una escena en la que un helicóptero persigue a los villanos, mientras quedan segundos para que explote una cabeza nuclear que habían robado y abandonado en una mina de cobre. John Travolta mira el reloj, y al ver que queda poco tiempo para la explosión, apaga tranquilamente el motor del vehículo. Cuando la cabeza finalmente explota, el suelo tiembla y el helicóptero cae al suelo (con la inevitable explosión hollywoodiense). El secuaz de Travolta cree que ha sido la onda expansiva, pero éste le explica que en realidad ha sido el PEM, que se ha cargado los circuitos del helicóptero, pero que como ellos tenían el motor apagado, no les ha pasado nada.

¿Qué es realmente un PEM y cuáles son sus efectos? Un PEM es un frente electromagnético con una energía descomunal, pero de duración muy breve. Imaginemos por ejemplo una antena de radio, que de pronto emite con una potencia inmensa, pero sólo durante un instante. Pues un PEM es más o menos eso y se crea en el momento de la detonación.

Para entender los efectos de un PEM, hay que conocer un fenómeno electromagnético fundamental, que es la inducción de corriente en un conductor. Veamos, si un material conductor se ve en medio de un campo electromagnético variable, se inducen corrientes eléctricas que varían junto con el campo electromagnético. El fenómeno contrario también ocurre, y si un conductor se ve atravesado por una corriente variable, emitirá ondas electromagnéticas. Es el principio con el que funcionan las antenas. Esto se aplica a cualquier material conductor, y cuanto más conductor es el material, las corrientes inducidas serán de mayor intensidad.

¿Qué ocurre entonces con el PEM? Como hemos visto, un PEM dura poquísimo, un instante, pero tiene una energía enorme. Como cualquiera habrá adivinado, la intensidad de la corriente inducida será proporcional a la intensidad del campo electromagnético. En el caso de un PEM, cualquier material conductor será atravesado por corrientes eléctricas de bastante intensidad. La intensidad de la corriente también depende de la forma y tamaño del conductor. Concretamente, en cables largos (instalaciones eléctricas, líneas de alta tensión, etc) la intensidad de corriente puede llegar a ser brutal.

Dado que la mayoría de los aparatos electrónicos están pensados para funcionar con intensidades de corriente pequeñas, las corrientes inducidas por el PEM pueden quemarlos y dejarlos inutilizados. Y eso ocurrirá independientemente de que estén encendidos o no. Y además ocurrirá tanto con ordenadores, como con televisiones. Es más, dado que un chip es básicamente silicio con unas patitas metálicas muy pequeñas, es poco probable que se vea afectado por un PEM, aunque por otro lado, si está soldado a una placa de circuito impreso, será atravesado (y achicharrado) por las corrientes inducidas en la placa.

Así que un PEM, ni afecta sólo a los chips (de hecho sólo los afecta si forman parte de un circuito), como decían en Atomic Train, ni supone una diferencia el que el aparato esté apagado, como decían en Broken Arrow.

martes, abril 19, 2005

Atomic Train (y seguimos)

Ayer comentaba la peli del sábado pasado, Atomic Train, explicando por qué era bastante improbable que se produjese la explosión nuclear cuando el material inflamable del tren saltó por los aires. Hoy seguiremos con la explosión en sí y sus efectos.

Los principales y más inmediatos efectos de una explosión nuclear son básicamente los mismos que en una explosión convencional, pero a una escala muy superior: el calor generado y la onda expansiva. A eso hay que añadirle la inevitable radiación producida, por una lado por la propia explosión, en forma sobre todo de rayos X (que en grandes dosis son letales), y por otro lado en forma de residuos radioactivos, dado que no todo el material fisionable de la bomba es consumido, y parte de él es lanzado en todas direcciones. Existe otro efecto del que hablaremos más adelante, que es el pulso electromagnético o PEM.

El efecto más devastador de una explosión nuclear es sin duda la onda expansiva, debido a que puede propagarse hasta largas distancias, arrasando edificios y destrozando cuerpos humanos. El calor generado y la radiación X sólo son importantes en las cercanías de la explosión, y sólo un milagro podría salvarte en ese caso. Si la onda expansiva no te reduce a puré, el calor te incinerará o la radiación te matará. A la suficiente distancia, sólo hay que tener en cuenta la onda expansiva (en el momento de la explosión, claro, que luego vendrán los problemas de la radiactividad).

Y una onda expansiva no es más que un brutal aumento de presión del aire seguido de vientos a grán velocidad, suficiente para producir destrozos devastadores. En la película, sin embargo, en algunas tomas vemos una especie de lengua de fuego, al más puro estilo ID4. Curiosamente, en otras tomas, sólo vemos la onda expansiva (en realidad, lo que vemos es su efecto). Éstas serían más acordes con la realidad.

Antes he dicho que hablaría de otro importante efecto de una detonación nuclear: el pulso electromagnético. Pero prefiero esperar a mañana, ya que el tratamiento erróneo de los PEMs en el cine da para mucho.

lunes, abril 18, 2005

Atomic Train

Este sábado pusieron en la tele un telefilme de esos de "relleno para la tarde" y poco presupuesto, llamado Atomic Train. Tengo que reconocer que tengo un gusto malsano por este tipo de cutrepelículas, y que disfruto más cuanto más malas son. Esta concretamente tiene tal cantidad de burradas y disparates que sería imposibles enumerarlas todas. Y no sólo desde el punto de vista del tratamiento de las leyes físicas, que es lo que nos interesa aquí, sino reacciones absurdas de personajes. Así que de momento me limitaré a comentar una de las escenas que demuestran un nulo interés por documentarse un poco en este tipo de telefilmes: la explosión nuclear.

He de decir que esta película ya la habían puesto anteriormente, como mínimo una vez. Fue en aquella ocasión cuando la vi, y anteayer no pude volver a verla, por lo que habrá cosas que no recuerde bien. Básicamente la película consiste en un tren que lleva entre otras cosas una cabeza nuclear, y que sufre "una serie de catastróficas desdichas" hasta que termina descarrilando cerca de Denver y se incendia. Uno de los personajes se mete en ese infierno para desactivar la cabeza nuclear (y uno se pregunta ¿por qué demonios iba armada?), con la mala suerte que en el mismo vagón donde estaba el artefacto, había contenedores con material inflamable con el agua. Uno de los helicopteros que iban a apagar el fuego suelta su carga de agua y todo salta por los aires, detonando la cabeza nuclear. Una demoledora onda expansiva arrasa Denver, aunque algunos sobreviven para continuar la película.

Un arma nuclear es algo devastador, y por ese motivo se diseña de forma que no sea fácil que explote de forma accidental. ¿Cómo funcionan? Un arma nuclear se basa en reacciones nucleares, que consisten en procesos en los que átomos de determinados elementos se transforman en otros, mediante el intercambio de partículas atómicas (las más conocidas para el profano son los electrones, protones, y neutrones). Estos procesos pueden necesitar energía para que ocurran, o por el contrario, desprenderla. Són estos últimos los que nos interesan si queremos construir un arma. De hecho, es la energía liberada por las reacciones nucleares lo que produce esas inmensas explosiones. Por otro lado, una reacción nuclear puede ser dos tipos: de fusión, en la que varios átomos ligeros se unen para formar otros más pesados (como en las estrellas) o de fisión, en la que átomos pesados se dividen en varios átomos más ligeros (como en las centrales nucleares). Se pueden hacer bombas con cualquiera de los dos tipos de reacciones nucleares, pero las más utilizadas (y las que salen en las películas) son las de fisión.

Vale, muy interesante, pero ¿cómo funciona? Para producir una reacción nuclear de fisión se utilizan normalmente uranio o plutonio. Estos elementos son muy pesados y experimentan una reacción nuclear espontánea cuando alcanzan determinada masa, que se conoce como masa crítica. A grandes rasgos, quiere decir sólo tengo que juntar el suficiente uranio o plutonio y ponerlo todo junto. Lógicamente, no es así de simple, pues influye la forma geométrica del material, y si está rodeado o no de algún material que refleje neutrones, pero de momento vale para entendernos.

Pero ¿cómo funciona? insisto. Ya llegamos a eso. Habitualmente se utilizan dos tipos de diseños para construir un artefacto nuclear. El primero y más primitivo es tener dos trozos de material fisionable (normalmente uranio), que por separado no alcanzan la masa crítica, pero que juntos la superan. Los trozos se colocan separados en una especie de pistón. En uno de los extremos se coloca un explosivo convencional de forma que al detonar, empuja uno de los trozos de material contra el otro, y se inicia la reacción. Este diseño es sencillo, pero poco eficiente, algo peligroso, y además no funciona con plutonio.

El otro diseño consiste en una esfera de material fisionable (uranio o plutonio) rodeada por explosivos milimétricamente colocados y calibrados para que al detonarlos, la esfera de material se comprima de forma brutal, y alcance la masa crítica (a pesar del nombre, no sólo depende de la masa, sino también de la densidad). Este diseño es más complicado y delicado. Si los explosivos no están correctamente colocados o si no explotan como deben, no se alcanzará la masa crítica. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la película El Pacificador (George Clooney y Nicole Kidman), en la que al final evitan la detonación nuclear arrancando uno de los paneles explosivos.

El diseño en esfera es el más utilizado de los dos (el otro se considera obsoleto), por lo que volviendo a la película del tren, hemos de suponer que el artefacto nuclear era de este tipo. Y por lo que hemos visto, es casi imposible que se produjese la detonación nuclear cuando el material inflamable del vagón explota.

La cosa no acaba aquí, mañana más.

viernes, abril 15, 2005

Operación Swordfish: ¿hackers o magos?

Operación Swordfish es una de esas películas que gira en torno a hackers, y que como la mayoría, muestra una visión totalmente irreal, casi mágica de lo que es la informática. La película recibió en su día muy buenas críticas, pero tras la primera media hora cualquiera que conozca un poquito (sólo un poquito) qué es eso de la informática se dará cuenta que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Empecemos por la escena en la que el prota, Hugh Jackman, se ve obligado a entrar en un sistema de esos supuestamente superseguros (no recuerdo dónde era exactamente, pero era algo relacionado con el gobierno). Le ponen frente a portátil que no es suyo, donde se muestra una pantalla de login (con su cajita de contraseña), mientras uno de los secuaces de John Travolta le apunta con una pistola a la cabeza, y una rubia impresionante le hace una mamada. Tiene que conseguirlo en 60 segundos. Pues va el tío y se pone a teclear como un loco y entra en el sistema. Vamos a ver ¿cómo lo ha hecho? En cualquier pantalla de login, lo único que puedes hacer es teclear correctamente los datos de autenticación. Por muy fiera que seas, no podrás entrar si no conoces la contraseña. Los hackers que intentan entrar en sitios no autorizados, utilizan programitas, hechos por ellos mismos o por otro hacker, para "colarse". La forma de entrar es muy diversa, desde posibles "agujeros" producidos por un bug existente en el sistema (y conocido por el hacker), hasta probar todo tipo de contraseñas "a lo bruto" de forma automatizada. Pero siempre es necesario que el hacker disponga de herramientas, de esos programas que está acostumbrado a utilizar. En cambio, en la peli vemos que el tío se pone a teclear a diestro y siniestro en la pantalla de login. Para más hilaridad, cuando el Travolta le pregunta cómo lo ha hecho, se pone en plan místico con un "veo el código en mi mente" o algo así. Vamos, que sólo con ver la pantallita de login, el tío es capaz de saber sobre qué plataforma está corriendo el sistema, y cómo está implementado por dentro. Un adivino.

Lo siguiente que viene no sé si es aun peor (dificil, ya que el listón ha quedado muy alto). El Travolta le propone que cree un gusano que le permita entrar en no se qué sitio. Para ello le proporciona un mega-ordenador con muchos monitores (¿qué más dará el número de pantallas? lo importante es la capacidad de proceso) para que consiga crackear un sistema de encriptación que nunca había consegudo ser reventado. ¿Y cómo se hace esto? Pues según la película, con programita muy chulo que pinta cubos en 3D. Basta con rotarlos y hacerlos encajar, mientras bailas a ritmo de música marchosilla. No se necesita ningún tipo de conocimientos matemáticos avanzados, ni estudiar el algoritmo de cifrado.

En fin, puede que desde un punto de vista cinematográfico la película sea buena, que tenga una buena trama, buen ritmo, sorprenda... pero desde el punto de vista de un informático, es una burla.

Lo gracioso es que parece que sí se han documentado en algo. Al principio de la peli, sale otro hacker llamado Alex Torvalds. El apellido es en honor de Linus Torvalds, creador del conocidísimo Linux (que desde aquí recomiendo a todo el mundo).

jueves, abril 14, 2005

Parsecs (¿o son "parasegundos"?)

¿Quién no ha oído hablar de La Guerra de las Galaxias? Nadie ¿verdad? Esta saga está a mitad de caballo entre la ciencia ficción y la fantasía heróica, por lo que no tendría mucho sentido intentar analizar su tratamiento de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, hay un diálogo que oculta un error de concepto enorme. En la primera película (el episodio IV), hay una escena en la cantina de Tatooine, cuando Luke y Han Solo se conocen, en la que éste habla de su nave, el Halcón Milenario, diciendo que hizo la Carrera Kessel en menos de 12 parasegundos. Un espectador casual, pensará que eso de los parasegundos será alguna unidad imaginaria, utilizada hace mucho tiempo en una galaxia lejana, muy lejana. Sin embargo, si escuchamos la versión original, veremos que en realidad dice pársecs. Se ve que el traductor nunca había oído esa palabra y la tradujo por el imaginario parasegundo.

Pero ¿qué demonios es un parsec? Un pársec es una unidad de distancia utilizada en astronomía, al igual que el año luz. Curiosamente, George Lucas cometió el mismo error que suele producirse con los años luz: pensar que es una unidad de tiempo cuando en realidad es una unidad de distancia.

¿Y cuanto mide un pársec de esos? ¿De donde han salido? El pársec se llama así como abreviación en inglés de "paralaje de un segundo de arco" (PARalax of one arc SECond). Vaya, después de todo, el traductor no iba tan desencaminado. Vale, ¿y eso qué quiere decir? Vamos por partes.

El paralaje, es el cambio aparente de posición que sufre un objeto con respecto al fondo (normalmente lejano) al desplazarse el observador. Es algo que todos podemos observar muy fácilmente. Si viajamos en coche, por ejemplo, y miramos por una ventanilla lateral, comprobaremos que el horizonte y el paisaje lejano (montañas, el sol, las nubes) parecen estar quietas, mientras que los objetos cercanos (algún árbol) parecen moverse con respecto a ese fondo fijo. Pues bien, ese mismo fenómeno se puede aplicar a la observación de las estrellas. La Tierra describe una órbita alrededor del Sol, y si observamos el cielo nocturno en extremos opuestos de la órbita (es decir, con aproximadamente seis meses de diferencia), habrá estrellas que parecen haberse movido. Se trata de estrellas relativamente cercanas (al igual que los árboles del ejemplo). Ese desplazamiento puede medirse, y conociendo el radio de la órbita de la Tierra alrededor del Sol y aplicando trignometría (la misma que nos enseñaron en el cole) se puede calcular la distancia de la estrella.

Por otro lado, un segundo de arco es una unidad angular. Creo que todo el mundo sabe que una circunferencia mide 360º. Pues bien, un grado se divide en 60 minutos de arco, y cada minuto de arco se divide en... exacto, 60 segundos de arco. Siempre se añade "de arco" para no confundirlos con los minutos y segundos que son unidades de tiempo (también podrían haber buscado otro nombre, pensaréis muchos, pero es que los dos tipos de unidades están históricamente relacionadas).

Un parsec se define entonces como la distancia a la que un objeto sufriría un paralaje de un segundo de arco al desplazarse el observador una unidad astronómica en dirección perpendicular a la línea de visión. ¡Demonios, otra unidad nueva! ¿qué es una unidad astronómica? Fácil, una UA es la distancia media de la Tierra al Sol, y equivale a aproximadamente 150 millones de Km (los astrónomos no le echaron mucha imaginación al nombre). Haciendo cálculos, tenemos que un pársec son aproximadamente 30 billones de Km, o mejor, 3,24 años luz.

Y eso es todo. Curiosamente, el error de traducción de La Guerra de las Galaxias corrigió el error de concepto del diálogo original.

miércoles, abril 13, 2005

Agujeros negros

Siguiendo tema de la gravedad, y a sugerencia de mi concuño, hoy voy a hablar un poco de los agujeros negros, y de los conceptos totalmente equivocados que tiene la mayoría de la gente.

Las películas y series de TV nos suelen mostrar los agujeros negros como una especie de agujeros en el espacio, que se pueden atravesar y llegar a algún otro sitio o universo. Tal es el caso de la no muy conocida película de Disney, Abismo Negro, o de la saga Star Trek, donde el elemento principal de una de sus series, Espacio Profundo Nueve, es la existencia de un agujero de gusano estable que comunica con un sector inexplorado de la galaxia. En otras ocasiones, se nos presenta a los agujeros negros como una especie de sumidero que engulle de forma inevitable todo lo que se encuentra a varios años luz a la redonda.

Pero ¿qué es realmente un agujero negro? Para entender realmente lo que es un agujero negro, hay que tener muy claro el concepto de velocidad de escape. ¿Y eso qué es? Muy sencillo. Teniendo en cuenta la mecánica clásica que todos aprendimos en el cole, resulta que si lanzamos un objeto de forma vertical a la suficiente velocidad, en vez de caer al suelo pasado un tiempo, se alejará indefinidamente de la Tierra (suponiendo que no choque con algo, claro). Pues bién, esa velocidad límite es la velocidad de escape, y en la superficie de la Tierra es de aproximadamente 11,2 Km/s (unos 40.000 Km/h). Eso quiere decir que si lanzamos un objeto por debajo de esa velocidad, tarde o temprano caerá al suelo, pero si lo hacemos por encima de la misma, lo habremos puesto en órbita alrededor del Sol. Y si conseguimos que supere la velocidad de escape del Sistema Solar en la Tierra, pues se perderá en la inmensidad del espacio.

Imaginemos ahora que la Tierra tuviera mucha más masa (que "pesara" más, vamos). La velocidad de escape sería mayor, por supuesto. Imaginemos que la Tierra fuera mas pequeña, pero con la misma masa. Ocurriría lo mismo. Por tanto cuando más masivo y más pequeño es un cuerpo (más denso), la velocidad de escape en su superficie aumenta. Pues bien, básicamente un agujero negro no es más que un objeto muy masivo y pequeño, de forma que su densidad es tan alta que ni la luz puede escapar de él. Es decir, la velocidad de escape es superior a la velocidad de la luz. Como nada puede viajar más rápido que la luz, al hablar de agujeros negros se define el concepto de horizonte de sucesos, que es la distancia desde el centro del agujero negro a la que la velocidad de escape es exactamente igual a la velocidad de la luz. Eso quiere decir que no hay forma de saber qué ocurre exactamente dentro del horizonte de sucesos.

Y eso es, ni más ni menos, un agujero negro. Como ocurre con todo lo que sigue siendo desconocido para la ciencia, es fuente de especulaciones e hipótesis. La idea de un agujero negro como una especie de "puerta" a otro lugar (agujero de gusano) surgió al aplicar la relatividad general sobre aquél, pero es sólo una posible solución matemática.

Intentar atravesar el horizonte de sucesos de un agujero negro, no es una buena idea. A medida que nos acerquemos, la diferencia de la fuerza gravitatoria entre el punto de nuestro supuesto vehículo más cercano al agujero, y la del punto más lejano, sería tan fuerte que lo estiraría y desgarraría (tripulación incluída) de forma que sólo sería polvo al entrar en el agujero. Además, nadie nos garantiza que haya "otro lado" al que llegar.

Por otra parte, la peculiaridad de un agujero negro es su densidad. Los agujeros negros suelen formarse como resultado de la muerte de una estrella, por lo que nunca tendrán más masa que la que tenía la estrella original. Eso quiere decir que si nuestro sol fuera sustituído por un agujero negro de igual masa, no pasaría absolutamente nada (bueno, toda la vida desaparecería y la tierra se congelaría al no recibir calor ni luz, nada importante). Los planetas seguirían tranquilamente con sus órbitas.

martes, abril 12, 2005

Y seguimos con la ingravidez

El de hoy va a ser un post breve, para poner un ejemplo de lo que comentaba ayer sobre la ingravidez y la caída libre. El que haya visto la peli de Final Fantasy (cuya temática y ambientación nada tiene que ver la serie de videojuegos), recordará que al final aparecía el Cañón Zeus, una estación espacial con un inmenso cañón (o mejor dicho, un cañon orbital con algunos habitáculos), desde donde disparaban varias veces un mega-rayo sobre el crater del Mar Caspio, del que surgían los fantasmas. El rayo en cuestión siempre se veía perpendicular a la superficie de la Tierra, por lo que el Zeus se encontraba durante todo ese tiempo justo sobre la vertical del objetivo.

Pero eso sólo puede ocurrir si el Zeus se encontrara en una órbita geoestacionaria, y para eso la estación debería estar a casi 36.000 Km de altura sobre algún punto del ecuador. Pero en la película, el Zeus se encontraba sobre el Mar Caspio, que no está precisamente cerca del ecuador. Por otro lado, aunque nunca se nos dice a qué altura se encuentra, parece claro que no estaba a 36.000 Km ni mucho menos. Teniendo en cuenta que el radio de la Tierra es de poco más de 6.000 Km, por las imágenes en las que vemos el Zeus y la Tierra, debemos pensar que estaba bastante más cerca, a menos de 1.000 Km por lo menos.

Esto quiere decir que el Zeus no podía estar en órbita. Era imposible. Y si no estaba en órbita, no estaba en caída libre. Eso implica que, por un lado, alguna fuerza debía "sujetar" al Zeus para evitar que cayese a la Tierra, como algún tipo de cohetes que tuviera por ahí y no se vieran en las tomas. Y por otro lado, en el interior del Zeus debía haber gravedad. Menor que en la superficie de nuestro planeta, pero gravedad al fin y al cabo. En cambio, cada vez que se nos mostraba el interior, las personas flotaban y se deslizaban como si estuvieran en caída libre.

Curiosamente, el hecho de que durante la explosión, algún fragmento del Zeus cayera hacia la Tierra fue criticado por algunos como un error en la película ("en el espacio no hay gravedad"), cuando lo cierto es que precisamente eso es lo único que no es un error.

lunes, abril 11, 2005

Ingravidez

De todos es sabido que en el espacio no hay gravedad, y que las cosas flotan ¿no? Pues no. A pesar de lo que vemos en muchas películas y lo que nos puedan haber dicho algunos "mayores" cuando ibamos al cole, en el espacio hay gravedad. Y mucha. De hecho, es la gravedad lo que mantiene a los planetas girando alrededor del Sol, y a las estrellas formando galaxias. Es más, es lo que hace que la infinidad de satélites artificiales que hemos lanzado al espacio sigan ahí, en su sitio.


Para comprobarlo basta hacer una pequeña cuenta. Pensemos, por ejemplo, en la nueva Estación Espacial Internacional. Todos hemos visto alguna vez fotos o vídeos de la estación espacial y de sus tripulantes flotando en su interior. Consultando en la Wikipedia, vemos que se encuentra a una altitud media de 386 Km sobre el nivel del mar. Los que quieran ser más precisos pueden comprobar en tiempo real la posición exacta de la ISS en ésta página de la NASA. Consultando nuevamente la Wikipedia, veremos que el diámetro medio de la Tierra es de unos 12.756,3 Km, por lo que el radio medio será de 6.378,14 Km. Si recordamos lo que nos enseñaron en el colegio, la gravedad es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Esto quiere decir que si multiplicamos por dos la distancia, la gravedad se dividirá por cuatro. Fácil ¿verdad? Bien, pues a la distancia a la que se encuentra la ISS del centro de la tierra es 1,0605 veces la distancia a la que nos encontramos nosotros en la superficie de la Tierra, por lo que la gravedad será 1,1247 veces más pequeña. Esto quiere decir que una persona que pese 80 Kg, sería atraída por la gravedad por una fuerza equivalente a la de un peso de unos 71 Kg. Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que 71 Kg sigue siendo bastante peso.


¡Pero y esas fotos de los astronáutas! ¿Es todo mentira? No, por supuesto que no, pero el hecho de que dentro de la ISS o de cualquier vehículo espacial con los impulsores apagados las cosas floten, no quiere decir que no haya gravedad. Lo que ocurre es que la mayoría de la gente confunde el término ingravidez con el de caída libre. Cuando un objeto (un satélite, una lanzadera) se encuentra en órbita, no está en estado de ingravidez (puesto que la gravedad sí actúa) sino en estado de caída libre. Esto quiere decir que dicho objeto en realidad está cayendo hacia la Tierra, pero como su velocidad tangencial es tan alta, el suelo se "curva" más rápido, por decirlo de alguna manera, y por tanto el objeto nunca llega a tocar el suelo. La sensación en el interior de un vehículo espacial es la misma que la que tendríamos si nos encerraran en un contenedor más o menos grande y nos lanzaran desde un avión. En el interior, todo parecería flotar (aunque es un experimento que no aconsejo a nadie).

Bueno ¿a dónde quiero llegar? Pues a que las cosas no flotan en el espacio "por definición", sino que el vehículo o estación espacial en cuestión, tiene que estar en órbita. Y eso quiere decir que debe tener determinada velocidad, o si no caería irremediablemente sobre nuestro planeta.

viernes, abril 08, 2005

El final de todas las cosas

Todos recordamos el follón mediático del cambio de siglo y milenio. Que si iba a ser en el 2000, que si en el 2001, que si el fin del mundo, que si el Juicio Final... Tranquilos, que no voy a volver a la polémica de cuándo es el cambio de siglo (aunque si a alguien le interesa fue en el 2001). Tampoco voy a hablar de los charlatanes que vaticinaban el fín de los días. Lo que sí voy a hacer es recordar una "noticia" que en su día me provocó un mezcla de risa y tristeza. Risa por la ignorancia de algunos periodistas. Pena, por lo mismo.

Poco después de la movida del cambio de siglo, se emitió una noticia en TV. Creo que fue en Antena 3 y que el locutor era Matias Prats hijo, pero me estoy fiando demasiado de la memoria. Lo que recuerdo perfectamente es que empezaba con un tono irónico, diciendo algo así que tanto follón con que si el cambio de milenio iba a traer el fin del mundo, y tal, pero que "pásmense" (sic) "los científicos han descubierto que el Sol se apagará dentro de 5.000 millones de años".

No hace falta decir que abrí mucho los ojos sorprendido. ¿Esto es una noticia? El que el Sol terminará apagándose es algo que se sabe desde hace mucho tiempo, desde que se comenzó a comprender el funcionamiento y ciclo de vida de las estrellas. Una estrella (y nuestro sol no es ninguna diferencia) no es más que un gigantesca bola de gases donde se producen reacciones nucleares de fusión. La principal es la que transforma Hidrógeno en Helio, liberando una inmensa cantidad de energía en forma de luz y calor. No hace falta ser un genio para darse cuenta que tarde o temprano el Hidrógeno se acabará, y algo tendrá que pasar. Los interesados en conocer el ciclo de vida de una estrella pueden consultarlo aquí. En el caso de nuestro querido Astro Rey, cuando se agote el Hidrógeno se transformará primero en una gigante roja (tal vez engullendo la Tierra) para luego terminar como una enana blanca.

Eso es algo que se sabe desde hace bastante tiempo. Más o menos, desde que se apareció la física nuclear. Así que cuando oí eso como "noticia", pensé "¡pero qué dice este buen hombre!". Tras la introducción de la "noticia" apareció en la pantalla un científico explicando un descubrimiento reciente y, como supuse, no tenía nada que ver con el final del Sol. Era un descubrimiento relacionado con el destino final del Universo. De todos es sabido que el Universo se expande. Se sabe también que la atracción gravitatoria de todos los cuerpos del Universo frena esta expansión. Lo que no se sabe con certeza es si la gravedad de todo el Universo es suficiente para detener la expansión por completo y comenzar una compresión hasta que todo termine en un Big Crunch, o si la expansión seguirá por siempre hasta llegar al Big Rip (son muy originales los cosmólogos a la hora de poner nombres). La verdadera noticia, que contaba el científico, es que recientes mediciones parecen indicar que el destino final del universo sería el colapso de todas las cosas, incluso dio una cifra de cuándo ocurriría (cifra que no recuerdo). Terminaba su declaración añadiendo a modo de broma que eso no debía preocuparnos, ya que muchísimo antes, dentro de unos 5.000 millones de años, el sol moriría y la vida en la Tierra desaparecería.

Se ve que el que se encargó de redactar la noticia no tenía ni un mínimo conocimiento de cosmología, o astrofísica, ni se había leído nunca un artículo sobre las estrellas (del espacio, no de cine), y se quedó con lo de la muerte del Sol, que debía de ser una novedad para él. No digo que los periodistas deban ser también científicos, pero si un periodista deportivo sabe bastante de fútbol, o un crítico de cine ha visto más de una película en su vida, qué menos que los periodistas que se encargan de este tipo de noticias tengan unos mínimos conocimientos, o que al menos consulten una enciclopedia si hay algo que no entienden (y con la Wikipedia ya no hay excusa).

jueves, abril 07, 2005

La luz no viaja tan rápida como la pintan

Muchos recordaréis una película de 1996 llamada El Eliminador (una traducción un tanto inexacta de Eraser, que viene a quirer decir "borrador"). Era una peli "de esas de Schwarzenegger" en la que protegía a una mujer (Vanessa Williams) de ser quitada de en medio por el malo de turno (James Caan). La trama giraba en torno a un nuevo tipo de armas con apariencia algo futurista, que disparaba unos proyectiles de aluminio acelerados a casi la velocidad de la luz. No voy a entrar aquí en la energía que debe hacer falta para acelerar nada hasta casi la velocidad de la luz, en el cortísimo trayecto que debe recorrer el proyectil dentro del arma (después de todo, las armas eran bastante grandes). Tampoco en el rectroceso que debe tener un arma así. Ni siquiera voy a criticar el hecho de que si a una persona le alcanza un proyectil de ese tipo se quedaría prácticamente en su sitio mientras el proyectil le atraviesa completamente, en vez de verse empujado de forma espectacular. Eso son detalles menores comparado con la gran burrada de esas armas.



Porque lo que a cualquiera le llama inmediatamente la atención, es que si los proyectiles esos viajan a casi la velocidad de la luz, ¿cómo es que en todas las secuencias en las que vemos el disparo y la trayectoria, podemos seguir con la vista el movimiento del proyectil? Porque incluso una simple bala viaja tan rápido que apenas se ve. Y sin embargo, estos proyectiles que viajan supuestamente a casi la velocidad de la luz, van más despacio. Incluso en un momento de la película, al prota le da tiempo a apartarse de la trayectoria.

En fin, burrada digna del Guiness.

miércoles, abril 06, 2005

Los 13 misterios de la ciencia. El problema del horizonte

Hace poco salió en varios medios una lista de 13 misterios que la ciencia aún no ha podido resolver, información extraída de la revista New Scientist. Como suele ocurrir con este tipo de noticias, al caer en manos de un redactor con pocos conocimientos de ciencia, o simplemente con poco cuidado, en las ediciones españolas se dicen disparates que con un poquito de investigación (menos de 30 minutos buscando en Google o en la Wikipedia) se podían haber evitado. Voy a comentar la versión de El Mundo, más que nada por que es una publicación que suele guardar las noticias antiguas durante mucho tiempo.

El misterio nº 2 habla del problema del horizonte del Universo. Una de las cosas que llama la atención es que afirma que el Universo tiene una edad de "sólo" 1.400 millones de años. Parece mucho tiempo, pero en realidad es un suspiro. Un rápido vistazo a la Wikipedia nos dice que el Sistema Solar tiene una edad de 4.500 millones de años. Parece algo extraño que nuestro Sistema Solar sea mucho más viejo que el propio Universo. Eso es porque éste es bastante más viejo que lo que dice la noticia. Consultando la Wikipedia nuevamente, vemos que la edad del Universo se estima en unos 13.700 millones de años, es decir, casi 10 veces más que lo indicaba la noticia (aunque a veces se redondea a 14.000 millones de años, o incluso a 15.000).

Pero no es el único error de este misterio. También afirma que la distancia entre los dos extremos del universo es de casi 2.800 millones de años luz. ¡Demonios! Cómo ha avanzado la ciencia, que somos capaces de medir el tamaño del Universo. En realidad, se refiere a los extremos del Universo observable. Puesto que la luz tiene una velocidad finita, los objetos a 1.000 años luz de distancia los vemos tal y como eran hace 1.000 años. Siguiendo esa misma lógica, parece evidente que no podemos observar nada más alla de 13.700 millones de años luz, dado que hace más de 13.700 millones de años no había nada. Por cierto que la cifra es nuevamente errónea, aunque consistente con el error de los 1.400 millones de años de edad (es justo el doble).

Pero no acaba todo aquí. La noticia afirma que el problema del horizonte sigue dando quebraderos de cabeza a la comunida científica, y eso no es del todo cierto. Una nueva búsqueda en la Wikipedia (esta vez en su versión en inglés, pues los artículos no están traducidos), vemos que la reciente teoría del Universo Inflacionario resuelve el problema del horizonte. Para el que no se le de bien el inglés, aquí hay una explicación en castellano, aunque seguramente sea demasiado "técnica" para algunos. En palabras sencillas, la teoría del Universo Inflacionario establece que en los primeros momentos del Universo, poco después del Big Bang, la expansión del mismo se realizó a mayor velocidad que la del horizonte, por lo que toda la materia del Universo se encontraba dentro del horizonte observable de cualquier punto del mismo al principio, y luego "lo atravesó" por decirlo de alguna manera. Esta teoría crea un nuevo problema, y es el porqué de esa "super-expansión" inicial, pero la noticia de El Mundo no dice nada de ello (sí lo hace la fuente original).

Bueno, uno solo de los misterios ya ha dado para mucho. Tal vez en otra ocasión comente alguno de los otros (porque errores, "haberlos, haylos").

martes, abril 05, 2005

Años luz por delante

Si salimos a la calle y preguntamos a cualquiera "¿qué es un año luz?", seguramente mucha gente contestará que es una medida que usan los científicos. Habrá quién sepa más y concrete que es una unidad de medida utilizada en astronomía, aunque también habrá quien responda que "es algo de la ciencia ficción". Pero si intentamos que nos digan qué es lo que mide un año luz, seguramente haya un número de personas nada despreciable que diga que es un unidad de tiempo.

Y es que hay expresiones que llevan a creer de forma equivocada que un año luz son muchos años, como "están años luz por delante nuestro" o "nos llevan años luz de adelanto" cuando uno se refiere a culturas o países muy avanzados, social, cultural o tecnológicamente . Recuerdo incluso que cuando iba al colegio, un profesor hablando de la formación de la Tierra y el inicio de la vida, nos dijo algo así como "y esos periodos no se miden en años, ni en miles de años, sino en años luz". Sí, un profesor.

Basta con consultar cualquier enciclopedia para averiguar que el año luz es una unidad de distancia y no de tiempo. Concretamente un año luz es la distancia que recorre la luz durante un año en el vacío. Teniendo en cuenta que la velocidad de la luz en el vacío es de casi unos 300.000 Km por segundo, que un año tiene 365 días, un día 24 horas, una hora 60 minutos, y un minuto 60 segundos, aplicando una sencilla multiplicación nos sale la friolera de casi 10 billones de Km. Y billones europeos, es decir, que un billón es un millón de millones (un uno seguido de 12 ceros). Si queremos ser más exactos, tanto con la velocidad de la luz como con el número de segundos de un año (que no son exactamente 365 días, recordemos), nos sale 9,45 billones de Km.

El año luz es una unidad qué sólo tiene utilidad en astronomía, donde las distancias son inmensas. Por ejemplo, la estrella más próxima a nuestro sistema solar, Próxima Centauri, está a unos 4,22 años luz, y el diámetro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es de unos 100.000 años luz.

lunes, abril 04, 2005

Eclipses en tiempo record

Hoy voy a hablar de una película digna de entrar en los anales de la historia por lo mala que es, pero que si comento aquí es porque también debería tener un puesto destacado aquí en Malaciencia: Warlock: The Armageddon.


La peli en cuestión creo que nunca se llegó a estrenar en las salas Españolas, sino que pasó directamente al mercado de vídeo. Es secuela de otra llamada Warlock, que sin ser una obra maestra al menos era entretenidilla. Pero su ¿continuación? que sólo tiene en común el actor que hace de brujo, es una de esas películas que hay que ver en casa, rodeado de amigos con gustos parecidos, y reírse a pierna suelta a medida que descubres disparates.

Pero esto no es ADLO, así que voy a lo que nos interesa. Al principio de la película, hay un eclipse total de sol en el que el villano de la historia aparece o resucita o viene de algún sitio (no recuerdo bien ese detalle) y debe recuperar cinco piedras místicas que le darán un poder inmenso. Una pareja de adolescentes, descendientes de una orden druídica, son los encargados de detenerle. Deben hacerlo antes de que el brujo obtenga las cinco piedras, y éste debe realizar un ritual con las mismas en el siguiente eclipse total de sol, que será... ¡a los 6 días del primer eclipse!

Supongo que al llegar a este punto, el ocasional lector se habrá partido de risa tanto como yo lo hice en su día. Tal vez alguien debió decirle al guionista, que un eclipse de sol se produce al interponerse la Luna entre el Sol y la Tierra, y que por tanto sólo puede ocurrir durante una luna nueva. O tal vez sí lo sabía, pero ignoraba que cada lunación dura unos 29 días y medio, aproximadamente, y por tanto, entre una Luna nueva y la siguiente, han de transcurrir estos 29 días y medio. Y no hay que ser erudito ni aficionado a la astronomía para saberlo. Basta con mirar cualquier calendario de esos de pared, donde vienen señalados los días de Luna nueva, Luna llena y los dos cuartos.

De hecho, no basta con que sea Luna nueva, como cualquiera podrá haberse dado cuenta. Si no, cada mes habría un eclipse de sol. El plano de la órbita lunar está inclinado unos 5º con respecto a la eclíptica, es decir, el plano de la órbita terrestre. Esto quiere decir que no basta con que sea Luna nueva. Además, debe darse la coincidencia de que en ese momento, la Luna se encuentre en uno de los puntos de corte de las dos órbitas (llamados Nodos de la Luna). Si no, desde nuestra perspectiva, la Luna pasaría por encima o por debajo del Sol y no se produciría eclipse (como podemos comprobar cada Luna nueva).

Entiendo que no todo el mundo debe conocer el detalle de los Nodos de la Luna, pero el que los eclipses solares sólo pueden producirse durante la Luna nueva, y que el periodo entre cada Luna nueva es de aproximadamente 29 días, es algo de lo que cualquiera puede darse cuenta tras pensar un poco.